En mi búsqueda de comprender el mundo, de curiosear, de experimentar, probar y encontrar fórmulas para abordar los desafíos a lo que me he enfrentado en mi recorrido, una idea fundamental ha cobrado importancia: «solo sé que no sé nada». Esta frase de Sócrates me recuerda que la base muchos por no decir de casi todos los conflictos, parten de la limitación intrínseca de nuestras mentes humanas. Solo tenemos «TROZOS DE REALIDAD». No se trata de una «falta de voluntad para entender,» sino más bien de una característica innata de nuestra condición, literalmente: la mente limita. Bueno en realidad es su trabajo, limitar, clasificar, cuestionar, comparar. Pero la creatividad, lo nuevo, se manifiesta en la mente pero no se crea allí, la mente solo tiene datos y predicciones en base a esos datos.
Cada uno de nosotros ve el mundo a través de un filtro formado por nuestras experiencias, conocimientos y creencias personales. Esto significa que, en esencia, todos tenemos solo una fracción de la verdad. La verdad, en su amplitud, es demasiado grande para ser comprendida por una sola mente.
Esta comprensión me lleva a la humildad, la humildad de reconocer que nuestras perspectivas son fragmentos de una realidad mucho más grande y compleja. A veces, olvidamos que nuestras verdades son solo eso: nuestras verdades individuales. Y es en este recordatorio de nuestra limitación donde encuentro la motivación para aprender a flexibilizar nuestras mentes. ¿Si todos nos flexibilizáramos y dejáramos de luchar para imponer esa pña verdad, e incluimos la perspectivas de todos sin rechazo? Solo por el hecho de entender que no sabemos todo, que el otro tiene un pño trozo de verdad, desde sus experiencias vividas, y sus patrones aprendidos. ¿Y si no lo rechazamos sino que lo aprovechamos para sumar y dejar de hacer lo contrario?
La flexibilidad mental nos permite abrirnos a nuevas experiencias, nuevos puntos de vista y nuevas soluciones. En lugar de aferrarnos rígidamente a nuestras creencias individuales, podemos buscar soluciones colaborativas y consensuadas. En un mundo lleno de desafíos complejos y diversidad, la cooperación y la comprensión mutua se vuelven esenciales. Pero para ello hay que dar un gran giro hacia la humildad individual y el bien común.
Así que, aunque cada uno de nosotros posee solo una pequeña parte de la verdad, cuando combinamos nuestras perspectivas, nos acercamos a una comprensión más completa. La verdad está en los fragmentos que cada uno de nosotros aporta. Al recordar que «solo sé que no sé nada», estamos listos para aprender, adaptarnos y trabajar juntos en la construcción de un mundo mejor.
Entrenar la flexibilidad mental y liberarse de la terquedad y la lucha por tener razón es un proceso valioso que puede conducir a un mayor entendimiento y cooperación. Yo me sumo a entrenar:
- Practicar la escucha activa: Escuchar atentamente a los demás sin interrumpir ni juzgar. Presta atención a sus puntos de vista con respeto y pregúntales para comprender mejor su perspectiva.
- Cuestionar tus creencias: Reflexiona sobre tus creencias y considera por qué las tienes. ¿Son el resultado de experiencias pasadas, educación o influencias culturales? Estar dispuesto a cuestionar y replantear tus creencias es una parte importante de la flexibilidad mental.
- Aprender de las experiencias de otros: Escuchar las historias y experiencias de personas con diferentes perspectivas puede ampliar tu comprensión y empatía hacia sus puntos de vista.
- Meditación y mindfulness: La meditación puede ayudarte a ser más consciente de tus propias reacciones emocionales y a tomar decisiones más reflexivas en lugar de reaccionar impulsivamente.
- Fomentar la empatía: Practicar la empatía te permite comprender y conectar emocionalmente con las experiencias de los demás. Ponerse en el lugar de otra persona puede ayudarte a ver las cosas desde su perspectiva.
- Aprender a admitir errores: Reconocer cuando te has equivocado y pedir disculpas demuestra humildad y apertura. Aprender de tus errores te hace más adaptable.
- Participar en debates constructivos: Participar en debates o discusiones donde las personas tengan opiniones diferentes puede ayudarte a practicar la defensa de tus ideas de manera respetuosa y a estar abierto a otros puntos de vista.
- Buscar información variada: Ampliar tu base de conocimientos al leer, investigar y aprender sobre una variedad de temas puede ayudarte a comprender mejor el mundo y las perspectivas de los demás.
- Trabajar en equipo: Colaborar en proyectos o tareas que requieran la cooperación con otros puede fomentar la flexibilidad mental y la resolución de conflictos.
- Desarrollar la paciencia: Aprender a ser más paciente contigo mismo y con los demás puede reducir la necesidad de tener siempre razón de inmediato.
- Practicar el autocuidado: El estrés y la falta de descanso pueden aumentar la terquedad. El autocuidado, como dormir lo suficiente y reducir el estrés, puede ayudar a mantener una mente más abierta.
- Apreciar la vida, la belleza, la naturaleza, a los demás (con sus errores y defectos).
- Realizar tareas significativas, por el hecho de disfrutarlas, sin auto juicio: escribir, pintar, tejer, bailar, oír música…
La flexibilidad mental es una habilidad que se desarrolla con el tiempo y la práctica, a mi me queda mucho por aprender pero cada vez que doy un paso hacia allí, la sensación de bienestar, alegría, disfrute y calma no se puede explicar con palabras. No se trata de abandonar tus creencias o valores, sino de estar dispuesto a considerar nuevas perspectivas y encontrar puntos en común con los demás para avanzar hacia un bien común.