Mi Encuentro con  «Pocoyo»: Un Viaje hacia el Amor Propio

Hoy, quiero compartir una revelación que he tenido recientemente. Me  di cuenta de que en  mi  hay un «Pocoyo», como ese adorable personaje infantil.

En mi búsqueda personal de crecimiento y autoconciencia, me encontré con «Pocoyo». Esta parte de mí que, en esencia, es la depositaria de «parte de lo que soy» (a cierto nivel de conciencia), almacena mis creencias, mis vivencias, miedos y mis heridas. Cuando se activan en forma de emociones, se manifiestan en el cuerpo, y es cuando siento miedo, ansiedad, frustración. Lógico, Pocoyo solo tiene una parte muy pequeña de la realidad, de la verdad, y claro,  yo  siempre le estaba exigiendo más y más. Que maneje mejor las situaciones, que se porte mejor…

Es evidente que Pocoyo solo representa una pequeña parte de la realidad y la verdad. A menudo, le exijo más de lo que puede dar. Esta parte de mí se siente abrumada y asustada cuando no cumple con mis expectativas, lo que resulta en un círculo vicioso de frustración y autocrítica. El pobre Pocoyo no sabe, no puede solucionar, y se asusta terriblemente. Es entonces cuando entra en casqueta por su profunda frustración y se revela. Claro que lo bueno ha sido verlo!!  porque yo creo que antes estaba enfadada con él y no paraba de exigirle mil cosas, cosas que no me puede dar, ni ayudar a encontrar porque simplemente «no sabe» ¡es muy pequeño!. Él solo tiene información del pasado, y con eso hace una posible interpretación del futuro, pero solo es eso, una interpretación muy subjetiva dentro de las infinitas posibilidades. Hace lo que puede con lo que tiene, muchas veces está muerto de miedo porque cree erróneamente que si sus datos no son los correctos, va a desaparecer, o yo voy a dejar de quererle. Ese Pocoyo muerto de miedo que se vuelve rígido e inflexible, se pone a la defensiva, primero consigo mismo ( no soy suficiente)  y luego con los demás. Lucha terriblemente todo el rato ¡Vaya! Pobre Pocoyo y yo misma le tenía manía. ¡Pobre! Así que simplemente he decidido amarlo tal cual es y ver que hace lo que puede, y que, encima, lo hace por mi bien.

En medio de este proceso de autodescubrimiento, me encontré con otro personaje «el YO» con mayúsculas, el superyó. Esta parte de mí se abre a un mundo de infinitas posibilidades y me insta a tratar a Pocoyo con cariño y paciencia. «Súper Yo» me dice que todo está bien, que en realidad todo está ahí disponible, que están las infinitas posibilidades, pero que Pocoyo tiene miedo, porque no puede verlo y que hay que ser pacientes y tolerantes. Que irá poco a poco abriéndose a todo, pero desde la calma, la paciencia y el amor.

Mi relación con Pocoyo creo que está cambiando, creo que ahora vamos por buen camino.

En lugar de luchar constantemente contra mi propio Pocoyo interior, decidí amarlo tal como es. Comprendí que está haciendo lo mejor que puede con las herramientas que tiene, que el es así en este momento de la película, que tengo de dejar de exigirle a él lo que no depende de él y apoyarme en el superyo que recoge TODO, que su información llega según vamos integrando, según nuestro pocoyo va integrando y creciendo el Superyo le va mandando más . Esta comprensión cambió radicalmente mi perspectiva y mi relación conmigo misma, mi impaciencia, mi autocrítica, mi intolerancia y no solo hacia mi misma sino que estoy aprendiendo a ver el mismo patrón en los dem´sa, llegando a la conclusión que cada uno de nosotros hace lo que puede, con las gestiones y negociaciones con sus «pocoyoes» que a todos nos pasa exactamente lo mismo.

El Aprendizaje de la Humildad

Hoy, miro a mi Pocoyo interior y le pido perdón. Estaba exigiéndole algo que el pobre no me podía dar y pidiéndole  respuestas que no tiene. Reconozco que mi Pocoyo es muy pequeño, y siento humildemente que desde su perpectiva sé muy poco, «Solo sé que desde ahí no se o sé muy poco». Agradezco a Pocoyo por ser como es y le digo: «Te amo». A partir de ahora, me comprometo a ser más tolerante y confiar en  que ese «YO» más grande irá mostrando el camino a mi pequeño Pocoyo. Y se irá abriendo a explorar de manera objetiva lo que hay, con curiosidad,  sin rechazar nada, porque ahora se que el rechazo solo viene de mi pequeño Pocoyo que se muere de miedo ante lo nuevo. Todo esto  me indica, que no hay que cambiar a Pocoyo, que no hay que rechazarle, que hay que permitirle que vaya madurando poco a poco. Que el rechazo sobre él solo hace que se cierre sobre si mismo y eso provoca muchísimo sufrimiento al pobre Pocoyo se asusta mucho con el rechazo, él en el fondo que quiere explorar, jugar, aprender y disfrutar de este viaje, el rechazo le frena, no se siente amado.

Conclusión:

Esta reflexión me ha llevado a una comprensión más profunda de mí misma y de la importancia del amor propio, de lo que es el amor incondicional hacia mi misma, de lo significa quererme aunque hay cosas que no me gustan como hago, que no me salen bien, que no entiendo, ni se hacer… pero voy a confiar en Pocoyo porque se merece mi respeto y confianza. Hoy creo que todos tenemos nuestro propio Pocoyo interior, y cada uno merece ser primero VISTO y luego aceptado y amado. A medida que nos relacionamos con nuestras partes más vulnerables con paciencia y comprensión, nos acercamos a una mayor comprensión de nosotros mismos, del mundo que nos rodea y vamos abriéndonos más y más, vamos flexibilizandonos más y más, vamos amando más y comprendiendo más  los unos a los otros.

 

 

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