Cuando el apagón es interno

Reflexión de Amaia Urkiza – Proyecto Calmadamente
28 de abril de 2025

Esta reflexión no busca imponer ninguna verdad.
Nace desde el deseo profundo de abrir una pausa, una pregunta, una mirada más allá de los hechos visibles.
Escribo desde mi propia experiencia, con humildad, con respeto y con la esperanza de que cada quien, a su ritmo, pueda elegir.
— Amaia Urkiza. Calmadamente


Hace apenas unas horas, un apagón de luz afectó a gran parte de España.
Y en cuestión de minutos, el miedo se disparó de manera automática:

Supermercados saturados.
Pánico irracional.
Rumores desbordados en redes sociales.

Quiero aclarar que no estoy negando en absoluto la existencia de problemas reales que pueden derivarse de situaciones como esta.
Entiendo que un corte eléctrico tiene implicaciones serias en la vida diaria, en la seguridad y en la logística de muchas personas.

Pero mi intención con esta reflexión es aprovechar este suceso externo como un espejo.
Un espejo que nos muestra algo aún más profundo: la fragilidad interna en la que vivimos como humanidad.

Porque el verdadero apagón no fue solo el de la luz.
Fue también el apagón de nuestro sistema interno:
una humanidad confinada aún en su mente en estado de alarma permanente.

De aquí nace esta reflexión.
Porque si algo ha quedado claro, es que el problema no es únicamente la falta de luz exterior.
Es el modo en que seguimos viviendo internamente: en alerta continua, en miedo automático, en reacción sin presencia.

Hoy más que nunca, es urgente ver con claridad lo que nos está pasando.
Y, sobre todo, elegir desde dónde queremos seguir viviendo.

No siempre podemos evitar los problemas externos.
No siempre podemos controlar las circunstancias.
Pero sí podemos elegir cómo habitarlas.

Cuando llega un problema —un apagón, una crisis, una pérdida—,
podemos caer automáticamente en el pánico, en el miedo desbordado, en la reacción ciega…
o podemos detenernos, respirar, observar,
y decidir no engancharnos al pánico.

Sentir sí.
Negar no.
Engancharnos no.

Porque cuando nos enganchamos al pánico, multiplicamos nuestro sufrimiento.
Sufrimos no solo por el hecho en sí,
sino por todo el miedo, la angustia y la desesperación que alimentamos alrededor de ese hecho.

El dolor a veces es inevitable.
El sufrimiento mental añadido es opcional.

No se trata de negar la dificultad.
Se trata de habitarla con presencia, con calma interior, con apertura.
Sabiendo que somos más grandes que el miedo.
Sabiendo que, aún en medio del problema, podemos elegir cómo queremos vivirlo.

Y esa elección, pequeña pero real,
marca toda la diferencia entre un corazón que se colapsa y un corazón que atraviesa.


La mente finita y la mente creativa: comprensión, consecuencias y transformación

Durante milenios, la humanidad ha vivido atrapada en un patrón que, aunque en su origen fue útil, hoy nos está asfixiando:
el patrón de la mente finita.

Yo también he atravesado ese camino.
No por elección teórica, sino porque la vida me empujó a ello.
Y hoy, mirando atrás y mirando dentro, veo más claro que nunca:
ha llegado el momento de cambiar de patrón.


¿Qué es la mente finita?

La mente finita es un estado de consciencia basado en la repetición de patrones antiguos.
Es un modo de vida que se sustenta en el miedo, en la separación, en la necesidad de justificar, defender y controlar.

Desde ella, el mundo se percibe como:

  • «Yo contra los demás.»

  • «Mi verdad contra la tuya.»

  • «Debo protegerme para no perder.»

La mente finita no crea: repite.
No elige: reacciona.
No abre posibilidades: encierra.

Es como vivir en un campo de batalla, incluso cuando ya no hay guerra afuera.


¿Qué es la mente creativa?

La mente creativa —o mente infinita— es el estado de consciencia que habita el presente vivo.
Es libre.
No necesita defenderse ni justificarse.

Desde esta mente no se repite lo viejo:
se está abierto a nuevas posibilidades, a la vida misma en su movimiento natural.

Cada instante es una oportunidad para:

  • Crear.

  • Elegir de nuevo.

  • Expresarse en conexión real con la existencia.

La mente creativa no niega el dolor.
Lo atraviesa.
No lucha contra la vida: colabora con ella.


¿Qué ha pasado en la humanidad?

Durante generaciones, vivir desde la mente finita fue una necesidad evolutiva:

  • Había amenazas físicas reales.

  • Era necesario actuar rápido, protegerse, repetir lo conocido.

Pero aunque el mundo cambió, el patrón quedó cristalizado.
Seguimos reaccionando como si estuviéramos en guerra, como si el otro fuera siempre una amenaza, como si tener razón fuera cuestión de vida o muerte.


¿Por qué ahora es urgente cambiar?

Porque el patrón antiguo ya no nos protege:
nos limita y nos destruye.

Sus consecuencias están por todas partes:

  • A nivel personal: estrés, enfermedades, vacío existencial.

  • A nivel social: conflictos, divisiones, violencia.

  • A nivel planetario: agotamiento, destrucción de nuestro propio hogar.

El mundo construido desde la mente finita está colapsando porque esa forma de vivir ya no puede sostenerse.

No es un castigo.
Es una oportunidad de transformación.


Las consecuencias de vivir desde la mente finita

A nivel físico:

  • Estrés crónico que debilita el sistema nervioso e inmunológico.

  • Fatiga extrema por la tensión de no poder simplemente ser.

  • Enfermedades psicosomáticas que reflejan el dolor no sentido.

  • Problemas digestivos, contracturas, migrañas.

A nivel emocional:

  • Ansiedad permanente al vivir en estado de alerta.

  • Depresión silenciosa fruto del vacío interior.

  • Irritabilidad, estallidos emocionales, desconexión afectiva.

A nivel mental:

  • Bucles obsesivos que no resuelven nada.

  • Cansancio mental extremo.

  • Pérdida de sentido, hastío vital.

  • Falta de poder de elección y decisión
  • Quedarse atrapado en los problemas y no poder ver soluciones ( parálisis creativa, resolutiva)

La contención emocional y la huida: el gran daño silencioso

Aprendimos a no sentir.
A bloquear.
A huir de lo que duele.

Huyendo hacia distracciones: redes, consumo, ruido.
Huyendo hacia la hiperactividad externa para no mirar adentro.

Pero huir no sana.
Huir solo refuerza la prisión interna.

La contención emocional genera:

  • Tensión corporal constante.

  • Sobrecarga del sistema nervioso.

  • Disociación interna.

  • Apagamiento vital.


¿Por qué ahora sí podemos cambiar?

Porque hoy tenemos:

  • Consciencia.

  • Herramientas.

  • Espacio interior.

Ya no estamos condenados a reaccionar automáticamente.
Podemos observar.
Podemos permitir.
Podemos elegir de nuevo.

La evolución que hoy se nos pide ya no es biológica:
es de consciencia.

Y este salto solo puede hacerse desde dentro, cada uno, instante a instante.


¿Cómo se entrena la nueva forma de vivir?

No basta con desearlo.
Hay que entrenarlo.

  • Darse cuenta de cuándo estamos atrapados.

  • Detener la reacción automática.

  • Respirar.

  • Sentir lo que aparece, sin correr, sin huir, sin juzgar.

  • Permitir que la emoción pase a través de nosotros.

  • Elegir conscientemente la respuesta.

No se trata de hacerlo perfecto.
Se trata de sostener el camino con paciencia y amabilidad.


El verdadero camino

No se trata de eliminar el miedo.
Se trata de no vivir gobernados por él.

No se trata de no caer.
Se trata de saber volver.

No se trata de forzar el cambio.
Se trata de volver a ser lo que ya somos en esencia:
seres vivos, presentes, conscientes, vulnerables, creadores.


Conclusión

La mente finita fue necesaria.
Hoy es una cárcel.

La mente creativa es nuestra siguiente etapa natural.

Cada uno de nosotros tiene hoy la posibilidad real de:

  • Soltar la repetición.

  • Abrazar la creación consciente.

  • Habitar la vida de verdad, incluyendo el miedo, el dolor y la belleza.

No será perfecto.
No será siempre fácil.
Pero será real.
Y eso basta.

La humanidad no está en crisis porque haya fallado.
Está en crisis porque está naciendo algo nuevo y nos resistimos al cambio
Y cuando algo nuevo nace, lo viejo tiembla y se resiste.


Hoy, ahora, en ti.

Elige desde donde quieres seguir viviendo